Chana la rana y Juana la iguana creían que eran hermanas. Ya sé lo que están pensando: ¡suena bien! Y aunque tenían algunas cosas en común, como que las dos eran verdes y las dos tenían los ojos saltones, en realidad, eran muy diferentes. Ésta es una historia que permite reflexionar sobre el amor, la tolerancia, el respeto y la conformación de las nuevas familias.