Reseña del libro "Ciencia es Cultura, la"
C. P. Snow en 1959 pronunció una conferencia cuyo mensaje caló en la posteridad: sobre las dos culturas. Allá exponía los serios inconvenientes que acarreaba la separación tajante establecida entre ciencia y humanidades, como si la primera nada tuviese que ver con la segunda y viceversa. La especie de guerra mantenida entre unos y otros, sería lo mismo que si al caminar una de las piernas la emprendiese a golpes con la otra
mal método para caminar y avanzar; salvando las distancias lo mismo sucede en el terreno al que nos acerca este recomendable libro que se erige en verdadero vademécum de saberes al poner en contacto a destacadas personalidades de las dos(?) Esferas mentadas que conversan sobre lo divino y lo humano, más de lo segundo que de lo primero, ya que de lo primero qué vamos a decir
lo que decía Stendhal , citaba Nietzsche y retomaba Albert Camus: la única excusa que se puede encontrar para dios, es que no existe. Músicos, artistas, matemáticos, biólogos, informáticos, escritores, lingüistas, neurólogos, filósofos hallamos en las páginas de este atractivo libro que nos pone al día de asuntos que en principio pudieran parecernos lejanos a nuestro alcance intelectual. Las deliberaciones de expertos provenientes de distantes campos del saber o de otras actividades humanas hacen que los temas de los que hablan nos vayan resultando cercanos y facilita la falta de complicación en la exposición de complejos asuntos la forma de entrevista que huye de la jerga y de la sofisticación del lenguaje especializado. No es de los menores méritos del volumen el hacernos ser conscientes de la interrelación que se establece entre las distintas esferas del saber humano: lo verdadero, lo justo y lo bello se nos ofrece en redes que los comunican entre sí como lo hacen las aguas con las islas de un archipiélago. Nos sentimos navegando como ejemplificase Michel Serres, tratando de hallar puentes entre ciencias duras y blandas, por el paso del noroeste : el paso del noroeste comunica el océano atlántico y el pacífico, por los parajes fríos del gran norte canadiense. Se abre, se cierra, se tuerce, a través del inmenso archipiélago ártico fractal, a lo largo de un dédalo locamente complicado de golfos y canales, de calas y estrechos, y bahías, entre el territorio de Baffin y la tierra de Banks. Distribución aleatoria e imposiciones regulares y fuertes, el desorden y las leyes
el laberinto global del recorrido se reproduce, cada mañana, bajo la proa del navío
