Corre el año 2616. La expansión humana a través de la Vía Láctea ha alcanzado el remoto planeta Sandrium, a trescientos años luz de la Tierra. A pesar del difícil acceso y su clima hostil, sus recursos naturales son codiciados por la Federación de las Naciones Humanas, que invierte siderales sumas anuales para mantener el control del sector, cuyos colonos; salvo la elite que controla el comercio marítimo; no ven bien la intromisión foránea y son cada vez más las organizaciones civiles y paramilitares que luchan por la independencia. Aspar es un joven de dieciocho años, con una vida precaria pero estable en la ciudad de Acrium, la capital colonial. Su destino cambiará de forma drástica al ser condenado por una infracción menor a trabajo forzoso en el lejano continente de Larisia, donde la Federación está construyendo un colosal puerto espacial para llevarse los recursos naturales que explotan sin restricción. Para llegar a Larisia, Aspar deberá cruzar más de once mil kilómetros de un tormentoso océano, con olas de hasta setenta metros de altura, infestado de enjambres pirata y enormes criaturas marinas. En los vastos océanos de Sandrium, todo puede suceder.