Estos cuentos y ensayos demuestran las virtudes de la prosa de Julio César Londoño: trasnparencia en los razonamientos, agudeza especulativa, resoluciones singulares, erudición y una asombrosa versatilidad. En los cuentos, por ejemplo, Rufino José Cuervo y Andrés Bello se cruzan cartas sobre la naturaleza del lenguaje; un hombre narra las partidas de ajedrez en las que enfrenta a un computador temperamental; el dios egipcio y el dios judío libarn una batalla feroz; Cristóbal Colón resuelve las objeciones logísticas y geométricas de un tribunal de geógrafos muy severos. Los temas de los ensayos no son menos apasionantes: las claves de Borges, la partícula que inventó el mundo, las hormigas, el ocio, la filosofía del siglo XXI, la moda, el romance entre Mutis y la condesa Poniatowska.