Tahúres, faquires, mandarines, genios, alcahuetas, buscadores de oro, asesinos, alquimistas, hechiceras y peluqueras protagonizan un puñado de narraciones muy diversas de tono y extensión: cuentos, relatos y microrelatos sensualones policíacos, bíblicorecreativos, fantásticos, históricos, e incluso un cuento chino se unen en esta silva devaria intención. Todos ellos, eso sí, comparten la misma voluntad de no resultar edificantes y desprenden el mismo perfume suave y fresco del libertinaje. Ser un libertino supone sacudirse la moralina, armarse de alegría, tomar distancia del mundo, abominar de lo solemne, combatir la tristeza, esquivar la mojigatería y recuperar el sentido del placer; un placer que es libidinoso, por supuesto; pero que también disfruta de la risa franca, de la ironía agriduce, de la lucidez fría, de la narración valiente, de la música de las palabras, de la lectura amena, de la literatura amable.