Desde que Leo llego a Nueva York, hace cuatro años, intenta armarla en grande en la música. Quiere ser un rockstar, siempre lo ha soñado, sin embargo, no logra sobresalir. Tocando con su guitarra sienta estar cerca de ese acorde perfecto que lo catapulte a la fama. Ahora su padre le dio un ultimátum: le quedan seis meses de apoyo financiero, o bien tendrá que regresar a Monterrey a trabajar en la empresa de la familia. A partir de ahí, obsesionado con alcanzar el éxito, enfrenta diversidad de obstáculos y sucesos: se inscribe en clases de música en la Julliard School, busca la inspiración en el silencio del Museo Guggenheim y en la suciedad del metro, participa en un ritual con ayahuasca, limpia baños en un restaurante de comida rápida, es guía de turistas, toca en el bar donde Norah Jones inicio su carrera. Le atormentan los recuerdos de los golpes, burlas y desprecio de su padre, extraña a Raquel, la mujer perfecta. Teme acabar cantando en el bar de un hotel de aeropuerto. Un suceso inesperado le presenta un trascendental dilema moral que, entre otras cosas, fortalece su amistad con Ed, un puertorriqueño cuyo deporte favorito es el tenis. Leo lucha por evitar su temido regreso a Monterrey, y con ello darle la razón a su padre, quien lo acusa de ser un fracasado.