Es esta una novela sobre el poder de la imaginación y de la cultura. El yo narrador se lanza a la búsqueda de una mujer a la que nunca ha visto y de la que apenas conoce el nombre, y que es más una criatura de ficción que una muchacha de carne y hueso. Se explica así que Rebeca desaparezca, tal y como anuncia el narrador cuando se pregunta si será capaz de describir en el futuro los rasgos físicos de la muchacha. En el curso de esa búsqueda amorosa, el protagonista se erigirá en defensor de un mundo (que es al mismo tiempo el de su infancia y el de la tradición humanística) amenazado por la modernidad y casi en trance de desaparecer. Esa proyección hacia el pasado (el personal y el de la tradición) es esencial en la obra, porque, como dice el autor citando a Séneca, «es brevísima la vida de quienes se olvidan del pasado y no se cuidan del futuro».