El libro Quiltros de Sofía Sanfuentes, es en simples palabras, un boleto para viajar. Recorrer cada una de sus páginas, observándolas detenidamente, una y otra vez, nos permite transitar por una suerte de tipología quiltresca, que transmite de manera sensible, sutil, y por sobre todo, muy divertida, la esencia de estos compañeros de vida. Cada quien dentro de la variedad que se nos ofrece, tendrá sus preferidos. En mi caso son, solo por mencionar algunos, el quiltro con cuello de polar porque más de una vez intenté abrigar a algún perrito con ellos, sin éxito-; el quiltro en transantiago y sin tarjeta bip porque he conocido a muchos, incluso a una que no solo hacía su viaje en micro sino a la que además, le gustaba ir sentada en los asientos traseros y tenía a todos los pasajeros muertos de la risa, una proeza poco común en un trayecto nocturno, donde la mayoría de los que ahí estaban venía probablemente de vuelta del trabajo con el cansancio y el peso del día a día-; y el quiltro torrante pero elegante, al que no le gusta comer pan solo porque cuántos rechazos de panes solos tuve que recibir para darme cuenta definitivamente de que los quiltros no se comen el pan solo, por fome, por poco nutritivo o por alguna razón que está lejos de mi comprensión.