Contra la nomenclatura psiquiátrica oficial que define la psicosis, la perversión y la neurosis con características fijas y establecidas, como si se tratara de cuadros al margen del tiempo y el sujeto, la novedad de la enseñanza de Lacan consistió en descubrir en ellas una significación muy distinta, una significación subvertida, no para olvidarlas sino para repensarlas en la interpretación analítica y sus tres dimensiones: simbólica, real, imaginaria.Tres dimensiones que, indica Julien, corresponden a tres períodos de Lacan, el de lo imaginario (1936-1951), el de lo simbólico (19511963) y el de lo real (1964-1980), no considerados como tres compartimientos estancos sino tomados en la dinámica que constituye en su totalidad el rumbo del pensamiento lacaniano, del principio al fin (¿del análisis?). Ese camino esconde un sentido cuya verdad, la de un saber textual y no preferencial, sólo puede recogerse en las palabras del analizante.Palabras de las cuales se desprenden interrogantes que la dinámica del pensamiento lacaniano, en su búsqueda constante de superar un 'saber teórico' estrecho y esclerosado, abrió a perspectivas siempre renovadas: ¿la psicosis no designa acaso lo que puede sucedernos a todos y cada uno de nosotros, puesto que los deseos son, concretamente hablando, locos? ¿La perversión no caracteriza la sexualidad como tal, en vez de ser un componente maligno y nocivo -y que por lo tanto es necesario erradicar- de un acto presuntamente justo y bueno? La neurosis, por su parte, ¿puede aún calificar la histeria, que transgrede las identificaciones normativas con la femineidad o la virilidad? Por último, ¿no puede extraer el psicoanálisis una enseñanza del testimonio de artistas como James Joyce, Marguerite Duras, Camine Claudel, André Gide o Henry de Montherlant? Otras tantas cuestiones que, junto con el examen del campo institucional del psicoanálisis lacaniano y de las relaciones necesarias de la disciplina con la civilización científica y tecnológica y el sujeto de la ciencia, componen una obra que, con brevedad, concisión y rigor, combina inteligentemente 'clasicismo' y renovación. Más de veinte años después de la muerte de Jacques Lacan y en los comienzos del nuevo siglo, Philippe Julien ofrece al lector un libro que, en la amplitud de su perspectiva, propone un retorno a los textos de Lacan con los mismos métodos que este empleó con Freud: leerlos en la reescritura y descifrarlos en la cifra.