En aquel tiempo inaugural en que Álvaro Salvador escribía sus primeros poemas a caballo entre décadas en la España clerical y autárquica, la cultura pop convirtió (aunque entonces no lo supimos) a «las mejores mentes de mi generación» en apóstoles disolutos de un credo exógeno y revolucionario, que anunciaba la llegada irre frenable de la libertad y el nacimiento de la juventud como fuente de toda belleza y d