A pesar de la estricta implementación de las políticas para el control de drogas en Colombia, durante los últimos años se han incrementado y diversificado los índices de consumo de drogas prohibidas, especialmente en la población menor de edad escolarizada en edades cada vez más tempranas. Esta situación invita a cuestionarse sobre la efectividad de estas regulaciones oficiales implementadas en el territorio nacional. Las consecuencias colaterales por la implementación de estas políticas son tan perjudiciales como la problemática que buscan remediar. Este enfoque prohibitivo colisiona con las culturas clandestinas que han sabido perpetuarse exitosamente en el espíritu nacional, al margen de la prohibición. En el territorio colombiano se presenta una incertidumbre jurídica, puesto que se permite consumir bajo el amparo de la dosis personal, lo que está prohibido producir y comerciar. Esta ambigüedad legislativa parece influir en el incremento de los índices de consumo a nivel nacional, principalmente en las generaciones más jóvenes, quienes acrecientan las listas de usuarios de drogas prohibidas.