[...] si en los años veinte del siglo XX, la ciudad reconocio la imagen fotográfica como registro social que se sumaba al escenario de la transacción y el consumo, los años treinta reconocieron el lugar del fotógrafo y le endilgaron a éste la ética de un oficio. La fotografía ganaba visibilidad, mientras el fotógrafo ocupaba un sitio de preferencia en los oficios liberales.