Pan de salmo da respuesta a la necesidad urgente de registrar esos relámpagos del pensamiento o la intuición que suele asaltarnos en la vida misma, produciéndonos el asombro propio de la verdad largamente vivida, y no sólo pensada por nosotros. Por medio de un lenguaje sintético, lacónico y sentencioso, de buen nivel, el autor va calando en el carácter ético, poético, religioso y político de la vida: destellos verbales que iluminan la estancia del lenguaje, arrojando una luz sobre la vasta noche humana. Pan de salmo pone a salvo la palabra. A resguardo de los mercaderes del templo, que han hecho del lenguaje una cueva de ladrones. Purificar el lenguaje y el pensamiento de la comunidad, será uno de los propósitos –quizás irrealizable– de esta escritura que no renuncia a su vocación pedagógica ni a su función de formar o edificar la vida como una obra de arte a completar y corregir. Rafael Rubio Barrientos