La historia tragicómica de ocho dictadores africanos. Unas historias que harían reír si no fueran terriblemente ciertas. Ésta es la historia de Idi Amin Dada, Bokassa, Banda, Mobutu Sese Keko, Sékou Touré, Haile Selassie, Macías y Obiang. Eran unos ignorantes y se invirtieron maestros. Eran insignificantes y se creyeron dioses. Es la historia de un puñado de dictadores africanos. Estos hombres se presentaron ante los suyos y en todo el mundo como seres de excepcionales cualidades. En justa correspondencia con sus supuestos méritos, se otorgaron títulos rimbombantes, como Líder de Acero, Señor de las Bestias de la Tierra y del Agua y Milagro Único. Se llevaron en silla gestatoria. Obligaron a todo un pueblo a dirigirles plegarias. Colgaron sus retratos en escuelas, iglesias, tabernas y burdeles. Dieron su nombre a calles y universidades, así como a islas y lagos. Nada era imposible para estos individuos: podían trasladar la capital de su país a su poblado o depositar el tesoro del banco nacional en los sótanos de su casa. Cualquier capricho se convertía en realidad por obra de su voluntad. Eran payasos, pero también monstruos. Y en el monstruo la extravagancia es inseparable del espanto. Sus súbditos conocieron todo el espectro de los horrores. Si no fuera porque han sido contemporáneos nuestros, tendríamos la tentación de negar su existencia. Pero eran reales. Por eso hemos preferido cederles la palabra. Que sean ellos mismos quienes se retraten tal y como eran o tal y como son.