1956, Rodolfo Walsh, un joven escritor argentino que hasta entonces apenas se había distinguido por algunos cuentos de corte policiaco, se enteró de una historia extraordinaria cuando un hombre le dijo: "Hay un fusilado que vive". A partir de esa insólita frase, Walsh comenzó una ardua investigación que lo llevaría a escribir una de las piezas fundamentales -y, hasta ahora, un tanto secretas- de la literatura del siglo XX: Operación Masacre. Valiéndose tanto de su experiencia periodística como de su pasión literaria, Walsh se dio a la tarea de esclarecer un fusilamiento clandestino llevado a cabo por la dictadura cívico-militar de la llamada Revolución Libertadora. Walsh se entrevistó con los distintos protagonistas del caso, investigó las circunstancias del fusilamiento, tramó un apasionante relato y se atrevió, con enorme valentía, a señalar con nombres y apellidos a los culpables de los asesinatos.