Cada vez que alguien se da la tarea de escribir el cuerpo, sus partes se organizan de manera renovada y producen una particularidad, algo que no hemos visto antes en él; esto, si se cumple la tentativa de ir auscultando cada textura, cada esquina a fin de llevarlas con agudeza a la escritura. Si la tentativa de escribir el cuerpo se lleva a cabo sin concesiones, aparece en la poetización un cuerpo nuevo, informado por imágenes capaces de hallarle otros sentidos. Es lo que hace Alexis Uscátegui en este poemario: tomar fragmentos del cuerpo y del mundo para formar corporalidades extendidas”.