A los diez años de aprobada la Constitución, el Parlamento español padecía una profunda crisis. ¿Estaba sencillamente dormido o aplastado por el poder pantocrático del PSOE, como apostillaba Ramón Tamames? Tal vez, las dos cosas.Según los comentaristas políticos, pasados los fervores constitucionales, las Cortes despertaban escaso interés en la opinión pública y se insistía en la necesidad de hacer lo que sea para que el diálogo parlamentario recobre vitalidad. (José Luis Álvarez, ex ministro de UCD). El catedrático de Derecho, ex ministro también, y actual Presidente del Tribunal Constitucional, Jiménez de Parga, no dudaba en diagnosticar la crisis como resultado de la existencia de un presidencialismo real bajo la apariencia constitucional de un régimen parlamentario, y otro ex ministro, Íñigo Cavero, hablaba de parlamentarismo vicario del Gobierno.Los parlamentarios de la oposición, por supuesto, pero también algunos ligados al PSOE no se recataron en reconocerlo y, por si fuera poco, el mismo presidente de la Cámara Baja, Félix Pons, aún saliendo en defensa de la autenticidad del Parlamento -sujeto a la crítica y a la denuncia permanente de todas sus deficiencias- no puede ocultar que hace falta un esfuerzo de audacia política para definir el sistema parlamentario español.Esta recopilación de crónicas parlamentarias se revela como un interesante retrato de un momento especialmente destacable de la vida política española.