Teodoro fue detrás, no sin experimentar cierta repugnancia instintiva hacia la importuna excursión bajo la tierra. --Es pasmoso--dijo--que usted entre y salga por aquí sin tropiezo. --Me he criado en estos sitios y los conozco como mi propia casa. Aquí se siente frío; abríguese usted si tiene con qué. No tardaremos mucho en salir. Iba palpando con su mano derecha la pared, formada de vigas perpendiculares. Después dijo: --Cuide usted de no tropezar en los carriles que hay en el suelo. Por aquí se arrastra el mineral de las pertenencias de arriba. ¿Tiene usted frío? --Diga usted, buen amigo--interrogó el doctor festivamente--. ¿Está usted seguro de que no nos ha tragado la tierra? Este pasadizo es un esófago.