A principios del siglo XIX, algunos hombres armados y resentidos con los poderosos aprovecharon la inestabilidad política y una geografía idónea para saltear los caminos del México recién independizado. El gobierno, abrumado por los embates sociales y las dificultades económicas, consiguió mantener la paz en los centros, pero fue incapaz de perseguir a los bandoleros que operaban en los despoblados. Si México quería atraer capital extranjero y que su comercio floreciera, tenía que ser estable y seguro para los viajeros, los comerciantes y sus mercancías. Estas exigencias obligaron a las autoridades a designar una fuerza policiaca, los rurales mexicanos, que mantuviera a salvo las rutas comerciales. Paul J. Vanderwood desentraña aquí la ficción y la realidad de aquellos jinetes de espléndidos uniformes.
"Genial el libro sobre ese proceso político mexicano. "