El azar y el peligro es el insumo diario que la lleva a persignarse con devoción cada mañana. Un día suyo acarrea un sinfín de imprevistos. Cada hora lleva, marcada con fuego, el sello de lo impredecible. Esa es la razón por la cual en las noches no ha perdido la costumbre de agradecer el seguir con vida, un logro que no se permite pasar por alto.