Se ha encontrado que, Alfonso Martínez de Toledo, en 1438, escribió Arcipreste de Talavera (Corbacho), y en una parte dice: Guarda qué dizes; que las paredes a las horas oyen e orejas tienen. Vemos por tanto que dicha expresión y la idea de que las paredes oyen, es de por si ya muy antigua, e incluso quizá tan antigua como los chismes, faceta característica de la condición humana. En Las paredes oyen de Juan Ruiz de Alarcón, precisamente el chisme, la mentira patológica y maledicencia compulsiva de Don Juan, dan cuerpo a la trama en la que este, para conquistar a Ana, pretende injuriarla. En cambio, quien observa con despecho los acontecimientos, es el virtuoso Don Mendo quizá una proyección del propio autor. Ruiz de Alarcón impregna en la comedia un trasfondo astrológico, en la que los planetas y los signos mencionados en la obra, perfilan unos ambientes mitológicos y celestiales, regidos por la madre fortuna.