Cuando Stieg Larsson murió, en noviembre de 2004, a las librerías de Suecia aún no había llegado el primer volumen de la trilogía que lo convertiría en un autor de éxito internacional. Por aquel entonces, Stieg Larsson era tan sólo un periodista sueco, fundador y director de una revista, Expo, en la que daba salida a algunas de sus principales preocupaciones, entre ellas la defensa de los desprotegidos y los inmigrantes, la lucha contra el extremismo fascista en el ámbito internacional y la denuncia al maltrato y la discriminación de las mujeres. En los artículos de aquellos años, reunidos en este volumen por Daniel Poohl, su sucesor al frente de Expo, está el Larsson comprometido y batallador que escribe sobre las raíces de los movimientos de extrema derecha, el aumento del racismo y los crímenes contra mujeres y homosexuales, pero también el que contesta con humor cartas de los lectores, arremete contra los horóscopos y relata un viaje en Transiberiano, de Moscú a Pekín. En todos ellos, tan presente como en Millenium, la voz de Stieg Larsson resuena, combativa y tenaz, y nos proporciona la imagen más certera de un hombre que consagró su vida a denunciar las injusticias no por dinero, no para obtener celebridad, sino simplemente porque creía que debía hacerlo.