En su gimnasia erótica habitual, Gustavo esperaba encontrar todo menos la felicidad en una amante. Lali, su esposa, puede tolerar ciertas aventuras siempre y cuando no quiebren la rutina marital de una pareja de alta sociedad. Mientras cada uno de ellos hace las apuestas necesarias para conseguir lo que anhela, les será inevitable transgredir la tenue línea que divide la felicidad de la desgracia, como un recordatorio de que ceder a las exigencias de nuestra personalidad es también una manera de