LA FRAGANCIA DEL MESÍAS nos muestra que sí tuvimos que ver con el mover de Adam; con el mover y obediencia de los Patriar- cas antes de Abraham, con la Palabra escrita y decretada para un pueblo sobre la tierra: Israel. Como dice el salmo 105: 8 Él se acuerda para siempre de su Pacto, la palabra que Él ordenó a mil generaciones, 9 el pacto que El hizo con Avraham, el juramento que juró a Yitzjak, 10 y estableció como ley para Yaakov, para Israel como Pacto eterno: 11 "A ti dare la tierra de Kenaan como tu heredad asignada." Todo esto para que estuviéramos presen- tes en el Mesías que fue al Calvario y por qué, invitándonos a pasar del otro lado, de la cruz o madero. A partir de la cruz o madero se inició nuestro Camino de regreso al Padre. Nuestra vida nueva. En la cruz o madero pasó algo más de lo que sabemos. Hemos perdido de vista lo que pasó ese día, a esa hora; hemos extraviado el beneficio eterno para un solo pueblo al que se unirán todas las naciones. A partir de la cruz o madero es nuestra Pesaj o Pascua. ¿Sabemos lo que nos dije- ron? ¿Se nos dijo la verdad? El Creador sí nos tuvo en cuenta desde siempre. El Amor de nuestra Eternidad se llama Yeshua. Es urgente que pasemos del otro lado del Calvario. No podemos seguir contemplando lo que pasó; es para tomarlo hoy, para aplicarlo hoy y consumarlo ya. Nosotros no tenemos la victoria de Yeshua Ha Mashiaj, nosotros somos su Victoria: Nosotros somos su propia sustancia. Somos el pueblo que salió rescatado de la cruz o madero con olor a vestido de Lino Fino. La Sangre de Mashiaj (El Mesías) aún sigue hablando mejor que la de Abel. La Sangre de Mashiaj es la que da testimonio de nuestra acepta- ción de lo que sucedió en la cruz o madero: NUESTRA REDEN- CIÓN COMO PUEBLO, NOVIA Y NACIÓN. Él sólo tiene una Novia. Una Nación.