La historia de este breve documento inicia en el año 2018, cuando decidí realizar un viaje a la comunidad ancestral U´wa (resguardo Bachira y Bocota) que cambiaría mi forma de ver la vida por completo. En el pasado, compartía una visión de la sociedad y el medio ambiente que estaba basada en la experiencia del mundo académico. Conceptos como participación, comunidad, instrumentos o campesinado los abordaba desde la óptica académica. A partir del viaje a la comunidad U’wa en Boyacá, Casanare y Arauca, mi percepción de los derechos de las comunidades indígenas en nuestro país cambió por completo, noté que la ley y la jurisprudencia, a pesar de sus múltiples esfuerzos, no han logrado reconocer la existencia de otros mundos imponiéndose la del hombre blanco de occidente. Por tanto, he sido testigo de cómo la academia, las leyes y la jurisprudencia en nuestro país se han ejercido desde sistemas coloniales. Los estilos de vida antropocéntricos y occidentales llevados por una acumulación desmedida del capital son cada vez más insostenibles. La situación actual del mundo demanda una nueva visión de un sistema que permita organizar la vida de los seres humanos en función de los ecosistemas que habitan el planeta. Los pensamientos no occidentales nos hablan sobre que la vida y supervivencia, debe darse garantizando que se mantengan ecosistemas funcionando, como base de la diversidad que es indispensable para el sostenimiento. Es necesario reflexionar, aprender y reaprender, buscando la unidad de los diferentes pueblos que habitan el mundo. Siendo preciso encauzar luchas no solo desde lo social o político, sino desde la academia, a pesar de que la misma en ocasiones funge como una institución de dominación. Por lo tanto, pretender reconciliar la academia con la realidad de los territorios, es un proceso discutido, avizorado y por supuesto, cuestionado.