Si, como dice Pascal Quignard, "los verdaderos libros son siempre contrarios a las costumbres colectivas", la lectura de su libro, que contiene una fiera apología de la naturaleza asocial del hombre, nacido éste por abandono y en soledad y apartado por su nacimiento del silencio original con que habitaba la noche líquida de su primera existencia anterior a este reino de la luz, del sonido y de la respiración (primer reino aquél, segundo y "último reino" éste, pues no hay otro, un tercer reino, que nos espere después de la muerte) su lectura, repito convierte La barca silenciosa en un libro sumamente sospechoso para quien sueñe con el ser social del hombre, merecedor de aquel lugar al que antaño se llamaba infierno de las bibliotecas.