Hombres que no existen, pero que están empeñados en complacer. Niños que se enredan en una verdad que nadie enseñó. Amas de casa enfrentadas a mundos paralelos. Seres y cosas que aman y se aman, desafiando el espacio y el tiempo, y como dice Juan Gustavo Cobo en su prólogo: "náufragos que hablan por teléfono".