En este libro se analiza desde una perspectiva estrictamente militar, las incursiones armadas de dos veinteañeros, Francisco y Andrés Portillo, durante la insurrección maderista en el estado de Chihuahua en 1911. La guerrilla de los Portillo fue uno de los seis grupos que iniciaron sus correrías en el mes de febrero de 1911. Su carrera fue muy efímera, poco más de cinco semanas, entre el levantamiento en Rancho Ávalos en la capital del estado, a fines de febrero, y el primero de abril en Villa Aldama, donde murieron en combate. Los dos jóvenes capturaron minerales, asediaron poblados, rancherías y haciendas, interrumpieron las líneas telegráficas, volaron puentes ferroviarios, requisaron armas, pertrechos, caballos y provisiones; hicieron propaganda política, invitando a los vecinos para que se les unieran; se enfrentaron con tropas del ejército, cuerpos rurales y patrullas de auxiliares, y desaparecieron cuando una potente columna militar los buscaba para aniquilarlos. Los Portillo practicaron con éxito la guerra de guerrillas, manteniendo en jaque a las tropas del gobierno, que trataban de mantener abiertas las vías de comunicación entre Chihuahua y la capital de la República. Desde la primera semana, los dos jóvenes lograron conformar un numeroso ejército, cuando consiguieron unificar las partidas que abundaban en la región. Sin embargo, al tomar Villa Aldama, los Portillo cometieron un error: permanecieron allí inactivos durante cinco días, a 30 kilómetros de la ciudad de Chihuahua, donde se encontraba la guarnición más poderosa del estado. A pesar de las precauciones que tomaron, no pasó mucho tiempo sin que pagaran un alto costo por su descuido, al ser sorprendidos y aniquilados por una fuerza de 300 federales la mañana del primero de abril.
"Muy buena y documentada investigación"