Particular visión de Zweig de la vida del político Joseph Fouché, que desempeñó un papel importante en Francia de finales del S. XVIII y principios del XIX, periodo entre la revolución francesa el imperio napoleónico y la vuelta a la monarquía. Prescinde de fechas y datos y ahonda en la personalidad y carácter del personaje, busca sus motivaciones y trata de desentrañar las verdaderas causas de los acontecimientos. Elige la figura de Fouché no porque piense que se trata de alguien admirable, sino más bien porque le parece el ejemplo perfecto del político, hombre absolutamente inmoral, con todas las connotaciones que eso implicaba en la época en la que, y para la que escribió esta obra -la convulsa época del siglo veinte, con sus fascismos y abusos de poder-. Elige a Fouché porque a su juicio, este influyó mucho más de lo que dictan las apariencias en los acontecimientos de la época. Fue un poder en la sombra que sobrevivió a Robespierre o al propio Napoleón, ambos desearon su muerte no pudieron acabar con él. Fouché cambio de opinión y defendio causas opuestas y contradictorias. Retrata la época de El Terror, del periodo imperial -la época de, en palabras de Zweig, el monomaniático Napoleón, y el fin de éste con la vuelta a la monarquía (gracias a las gestiones de Fouché). Esboza la figura de otros personajes importantes de la época, empezando por Robespierre, Murat, Danton, etc., pasando por Barras y su cuerda, alcanzando al propio Napoleón. Zweig crea un texto vivo de intenso dramatismo. Refleja su erudición y conocimiento tanto de la época como de la propia naturaleza humana. La obra trasciende a la propia época y personajes que retrata, siendo un perfecto ejemplo de la maldad, la ingratitud y la mezquindad que caracterizan a los seres humanos.
"Buena biografía de un importante personaje de la historia."