El autor plantea su tesis en virtud de la cual la conciencia es una magna anomalía para la ciencia, no obstante ser el medio, soporte y campo de cualquiera investigación, por lo cual no debe limitarse la ciencia normal a los dominios de lo físico, material, emocional o mental, sino liberarse para llegar con métodos adecuados a las dimensiones del espíritu. La investigación consciente y la educación consciente sólo podrán ser comprendidas y llegar a constituir un medio de saber y de progreso auténticamente humano, cuando el investigador, sintiendo en sí mismo su propia necesidad de saber y de verdad, se libere naturalmente de ciertas limitaciones. Destaca, entre ellas, las limitaciones de un paradigma materialista y neo-racionalista, que impiden el natural asombro ante los enigmas de la vida y que comienzan por la naturaleza esencial del ser humano. Esta obra también plantea elementos epistemológicos en los que se incluye a las dimensiones del espíritu, como fundamentales, para una liberación de la educación de sus actuales controladores la economía y la política, recuperando su posición como pilar civilizatorio, del que los restantes, la economía y la política, deberían nutrirse.