Ginny siempre se ha considerado una más entre los chicos. Creció con tres hermanos, y en la universidad comparte piso con tres chicos. Cuando empieza a salir con uno de ellos todo se complica. Ella busca amor y él no. Ginny se siente inadecuada y deja de comer. El tema principal son los trastornos mentales y emocionales. Tanto Ginny como Adrian son personajes traumatizados. Viven su día a día fingiendo integrarse en la sociedad, pero sufriendo mucho. Según comenta la propia protagonista, el trauma nace cuando alguien es sometido a una vivencia traumática y no la procesa. La entierra, la tapa y sigue adelante como si nada, pero la herida sigue supurando por dentro. La única manera de que sane es sacarla fuera, expresarla, darle el valor que tiene. Es una novela cruda, realista. El tema que toca es tan duro que la autora no necesita ser especialmente gráfica. La anorexia y la bulimia están tratadas con elegancia. La autora no rehúye nada, pero no se recrea en lo escabroso. Logra transmitir el hecho de que lo realmente doloroso es el rechazo, la sensación de no ser digna de ser amada. Lo demás es un refugio. La protagonista castiga su cuerpo porque el dolor físico la ayuda a no pensar en el dolor del alma.