México cuenta con numerosos bienes inscritos como patrimonio de la humanidad por la UNESCO; el último en ser incorporado en su amplio listado ha sido el Acueducto del Padre Tembleque. Tres criterios determinaron su inclusión: ser una obra maestra de la ingeniería hidráulica, con más de 45 kilómetros de longitud, el intercambio de valores humanos en su construcción, pues si el proyecto estuvo a cargo de Fray Francisco de Tembleque, la mano de la obra fue indígena, y la fuerte presencia que tiene el paisaje, a través de sus espectaculares arquerías.