El joven Cyril Graham está convencido de que detrás de las iniciales «W.H.» que figuran en la dedicatoria de lo «Sonetos de Shakespeare» no se esconde, como la crítica daba por supuesto, William Herbet, conde de Pembroke, sino un joven actor de la compañía del poeta, y de quién éste al parecer se habñia enamorado, llamado Willie Hughes. Como prueba de su teoría, aporta un misteriso retrato del joven Hughes con la mano posada sobre una edición de los Sonetos; pero pronto se descubre que el cuadro es una falsificación, lo cual le empuja al suicidio. Wilde no consiguió publicar en un volumen esta nouvelle, a pesar que desde la cárcel insistió en que se trataba de «una de mis primeras obras maestras». Sin duda lo es.«Wilde nos ha legado el privilegio de leer a Shakespeare en su compañía, como un filólogo apasionado, erudito y escritor excepcional», Fernando Castanedo, "El País".«Una excelente lectura y un modelo de erudición», José Mª Latorre, "Imágenes de actualidad".«En esta obra, de la que Wilde siempre dijo que era una de sus primeras obras maestras, el autor disfrazó de cuento de misterio sus teorías estéticas y lo que posiblemente fueran sus elucubraciones acerca de la vida de Shakespeare y sus sonetos», "Faro de Vigo"