La obra juvenil del poeta de Fuente Vaqueros cobra un marcado relieve de heterodoxia sociorreligiosa encaminada a la propagación de un humanismo mesiánico. No cesó Federico García Lorca de hacer hincapié en la radical frustración humana y, en consecuencia, consideró que le incumbía como escritor asumir la ineludible responsabilidad de presentar, implícito en su obra, un nuevo evangelio.