Desde el alto pedestal que ocupa en el centro de la ciudad, El príncipe feliz, una estatua recubierta de oro y piedras preciosas, puede contemplar la miseria y el dolor de los más pobres y desprotegidos. Sólo una golondrina que ha extraviado su rumbo, puede comunicarse con el príncuoe y compartir su tristeza. Aplazando su m igración y poniendo en peligro su vida, la golondrina ayudará al príncipe a socorrer a