El actual pontificado nace con características completamente diferentes a los precedentes no sólo porque Francisco es elegido papa luego de la inesperada renuncia de Benedicto XVI, convirtiéndose así en el primer papa latinoamericano en la historia de la Santa Sede, sino porque asciende a la Cátedra de San Pedro con una impostergable tarea confiada por las Congregaciones generales que precedieron el cónclave: poner fin a la aguda crisis de legitimidad y credibilidad que por aquel entonces experimentaba la sede apostólica y el mismo catolicismo.