las grandes religiones monoteístas han tenido que abordar el problema de la relación entre el dios de sus respectivas confesiones y la pluralidad de dioses de las diversas religiones. la pretensión de que hay un solo dios implica el significado absoluto y universal de la propia divinidad, lo cual contrasta con los rasgos específicos culturales y religiosos propios de cada tradición. por un lado, se afirma que no hay más dios que yahvé, el dios padre de jesús, o alá; por otro lado, esa imagen de dios se concreta en una historia y una tradición religiosa determinadas. el problema está siempre en conjugar lo particular de una tradición religiosa con la pretensión de exclusividad que subyace a cada fe monoteísta.