A García Márquez no hay que simplificarlo con el mármol y la canonización. Es necesario, eso sí, leerlo y releerlo, para advertir que su alquimia de gitano Caribe nos hace más humanos en tiempos aciagos de deshumanización. Ese es, precisamente, el propósito de la valoración múltiple que ofrece EL LEGADO DE MACONDO, a través de plumas tan destacadas como las de Rafael Gutiérrez Girardot, Jacques Joset, Hélène Pouliquen, Fabio Rodríguez Amaya, Julio Premat, José Manuel Camacho Delgado, Rapión Illán Bacca, entre otros.