Y por encima de todo, siempre un rostro de mujer, bella, estilizada en su ajustado vestido negro, de rubio y ondulado cabello, de altos pómulos y ojos ausentes... Era ella y eran todas, únicas, paradigmáticas, tristes y fatales, zarandeadas por la mano invisible, férrea e inexorable del tiempo.
"Especialmente interesantes estos pequeños relatos que darían para escribir una gran novela."