El papel de la justicia constitucional, en el contexto de una sociedad que demanda una urgente democratización de las relaciones de poder y un aseguramiento equitativo de las condiciones materiales de vida, es crucial para hacer efectiva una mediación del derecho, que vaya más allá de la regulación de las relaciones entre propietarios o los conflictos de clases, y se incline por conciliar la gama de intereses múltiples que surgen en una sociedad plural, hacer compatibles proyectos individuales y colectivos que se encuentran en constante pugna, y dilucidar la convivencia democrática, igualitaria y respetuosa de dos tipos diferentes de justicia: la justicia ordinaria y la justicia indígena. De ahí la importancia de esta obra.