La judicialización de la política constituye en este marco un fenómeno reciente, al menos con la intensidad en la que se manifiesta y sus efectos hoy aún indeterminados, pero graves para la pervivencia misma del sistema democrático que nuestras constituciones consagran. Una judicialización de la política que viene acompañada, normalmente como consecuencia necesaria, de la politización de la justicia y que desemboca, cada vez con más frecuencia y virulencia, en lo que se ha llamado "lawfare", pues aquellos efectos del sistema son el caldo de cultivo perfecto de esta última. La excesiva criminalización de las conductas, los textos penales que abarcan hechos hasta hace poco no merecedores de ese reproche y la tendencia, incontrolada, a atribuir a los tribunales penales el control social y político, son la puerta de entrada del uso del derecho punitivo y del proceso penal en la pugna partidista. (José María Asencio Mellado)