En la filosofía política de Dante se unen dos temas constantes de la meditación medieval: la aspiración hacia la unidad política de Europa y las relaciones entre el poder espiritual y el temporal. Cuando escribe su tratado De la monarquía, a principios del siglo XIV, Dante aspira a resolver estos problemas sobre la base de la especulación nacional. Su idea imperial es una respuesta a un problema efectivo; como doctrina puede ser errónea y con seguridad su realización es imposible. Pero Dante fue el primero en ver con justeza que las relaciones de hecho entre los hombres y sus contiendas de intereses se extienden a toda la humanidad y que, por consiguiente, la regulación jurídico-política no puede terminar en el ámbito de un Estado sino que ha de abarcar todo lo que tenga figura humana.'