Los creyentes, a menudo, son duros consigo mismos, y por ello corren el peligro de interpretar equivocadamente la ascesis cristiana como una represión de las necesidades fundamentales vitales y como lucha contra el propio yo. Agresiones frenadas, sexualidad reprimida brotan luego con toda crudeza contra sí mismo y contra los demás. La inseguridad, la angustia ante otras personas y el sentimiento de impotencia ante el mundo son los problemas más difundidos entre las personas de todas las edad