La ingente actividad militar y política que Carlos V llevó a cabo en Europa ha eclipsado, en muchas ocasiones, los aspectos culturales y artísticos relacionados con un Emperador, en su entorno, del tipo de vida cortesano que constituía en su época el soporte fundamental para el desarrollo de la cultura y de las artes. Sin embargo, pese a no disponer de una Corte fija, la grandeza y magnificencia del reinado de Carlos V se hace presente también en el impulso a las artes, que a través de la producción de obra su promoción de artistas realizan el Emperador y su familia. Música, arquitectura, artes decorativas y pláticas florecen en esta época, auspiciadas por el gusto del propio Emperador o por el interés político en transmitir, como en el caso de las artes plásticas, una imagen mítica de Carlos V, creada a través de la conjunción de una serie de elementos de procedencia borgoñona, erasmita, así como la de la antigüedad clásica romana. Todo un conjunto iconográfico destinado a proyectar una imagen del César, de carácter universal, un arte para la exaltación del poder, la idea imperial y la figura del emperador.