ApoCALIpsis es una metáfora de lo que se ha perdido. Sus calles son la noche que no vendrá, las sombras de un porvenir. En esta ciudad imaginada, todos los espejos están rotos y no es posible contemplar una esperanza, un atisbo de futuro. Estos cuentos distópicos caleños son una forma de transitar los mitos que nos configuran como sociedad y que representan los deseos, los miedos y las carencias de todos nuestros caminos. Esta urbe no anticipa nada. Tampoco descubre ni revela una verdad. ApoCALIpsis es un reconocimiento de la caleñidad con todas sus sombras. Los cuentos rescatan, de los andenes cansados y de la música salsa, algunas heridas y complejos. Recorrer estas páginas, estas historias, es constatar —como dijo Italo Calvino— que el futuro, como el infierno, ya está aquí y es el que vivimos cada día.