China, y Asia en general, presentan sin duda una gran oportunidad y un gran reto para Latinoamérica. En los últimos años he visto formarse en toda la región una clara percepción de que Latinoamérica tiene en el Pacífico una de sus salidas importantes. Quizá el ejemplo más claro de esta evolución sea el de México. En general, casi todos los países de Latinoamérica empiezan su andadura asiática por el comercio, y desde allí pasan a un concepto de inversión. Por otro lado, en estos momentos hay dos tipos de estados en la región respecto a su capacidad de aprovechar la oportunidad que China representa: aquellos comprometidos con la globalización y aquellos que no lo están.