Hombres. No como debieran ser, ni como aparecen. Como son. Se llaman Julián, Serafín, Juan, Fernando o Miguel. El día que Joséphine Douet ha pisado mi caravana con su book debajo del brazo, he entendido que esos hombres suyos, los que se han presentado sin defensa ante su objetivo, están allí justamente para no mostrarse, p ara no exhibir nada de su cuerpo o de su sufrimiento: allí, desnudos, liberados de los