¿Cómo reconocer a Dios que llega sin reconocer a la esposa o esposo que está, a los hijos que están, a los vecinos y compañeros de trabajo o de desempleo que están; a los que pasan por la calle? Para reconocer a Dios hecho hombre es preciso reconocer a los hombres y mujeres de nuestro hoy. Otro camino no es viable.