# 296. El Hijo del Leon de Damasco / la Galera del Baja

Emilio Salgari · Porrua

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Reseña del libro

La gran historia naval, la más gigantesca librada en el mundo, no tuvo ninguna eficacia, a causa de los secretos designios de Felipe II, que no quería que Venecia reconquistase su antiguo poderío y su pasado esplendor. Los aliados, en vez de aprovecharse del terror de los musulmanes y de la destrucción de su soberbia flota para correr a la reconquista de Chipre y a la liberación de Candía, se enfrascaron en mezquinas rivalidades, y se volvieron, no obstante los esfuerzos desesperados de Sebastián Veniero, sin haber intentado nada. La desgraciada República hallóse, pues, otra vez sola para pelear contra el turco. < Sebastián Veniero, postergado por insistencias de España, fue sustituido por otro almirante, dejándosele solamente el comando de la pequeña escuadra del Adriático. Pero este gran marino fue el verdadero vencedor de la batalla de Lepanto. Murió en Doge el 3 de marzo de 1578, a la avanzada edad de ochenta y dos años, y fue sepultado en la iglesia de San Pedro Mártir, en Murano. < Entretanto, Candía continuaba defendiéndose bizarramente, y tardó aún veinte años en rendirse. Cuando los últimos defensores capitularon, sólo quedaban cuatro mil, que más que hombres parecían espectros; pero los musulmanes respetaron sus vidas. La población había desaparecido. El hambre, las bombas y las enfermedades habían acabado con los candiotas: hombres, mujeres y niños. Sin embargo, Venecia, en la capitulación de la heroica ciudad, pudo obtener de los musulmanes dos pequeños puertos comerciales, puertos que también, pocos años después, había de arrebatarle la odiada potencia de la Media Luna.

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