En tiempos pasados, cuando el hombre fue creado y puesto en el mundo para que lo habitara, la abundancia rebosaba y estaba al alcance de la mano, como está escrito: El Eterno Dios plantó un jardín en el Edén, al oriente, y allí puso al hombre que había formado. Y El Eterno Dios hizo que surgiera de la tierra todo árbol deseable a la vista, y bueno para comer, Este jardín era maravilloso, todo lo que le hacía falta al hombre para vivir plácidamente lo encontraba en ese lugar.